El cocuy, una bebida con historia que busca superar el estigma en Venezuela

Foto: Nicole Kolster. / VOA.

Entre las plantas de agave que se extienden por la finca La Esperanza, María Durán y su esposo José de Luca tienen un sueño: hacer del cocuy, una bebida ancestral a base de agave, un producto de calidad y prestigio en Venezuela.

El cocuy es un licor artesanal que se asemeja al mezcal mexicano, y que ha logrado reconocimiento internacional en los últimos años.

Sin embargo, en Venezuela el cocuy tiene una mala reputación, debido a que se le ha asociado con brebajes caseros adulterados o sin medidas sanitarias, que en algunos casos han causado intoxicaciones e incluso muertes.

“Creo que se necesita por lo menos una década, o quizás una generación, para limpiar completamente el nombre del cocuy”, le dice Durán a la Voz de América.

Muchos venezolanos de clase media o alta fruncen el ceño cuando escuchan hablar del cocuy. “¿De verdad?”, preguntan. Algo similar ocurrió antes con el ron.

“Antes era una bebida que se relacionaba con pobreza, ahora con calidad”, afirma De Luca, el maestro bodeguero que firma cada botella que produce Magno, la marca que creó con Durán hace dos años.

“Siempre les dije a mis colaboradores que era difícil”, continúa. “Si para el ron fue difícil, que era la bebida para pobres, el cocuy era la del borracho: no era verdad, pero eso fue lo que se creó, lo que se inventaron y lo que la gente pensaba”.

Poco a poco, el cocuy empieza a ganar espacio en los bares, donde se ofrecen cócteles clásicos como la margarita, hechos con este licor. En las licorerías, el precio de una botella de cocuy puede variar entre 24 y 70 dólares (USD), según la marca.

Un licor con historia que busca prestigio

La finca La Esperanza se encuentra en las cercanías de Coro, estado Falcón (oeste). Allí, el clima es árido y el calor sofocante: apenas se camina unos pasos y el cuerpo se empapa de sudor.

En ese lugar, De Luca se mueve con orgullo entre los agaves silvestres, que tardan entre 7 a 10 años en madurar para convertirse en licor.

En el recorrido, se observan huecos en la tierra que sirvieron de hornos naturales para las piñas de agave, que luego terminarían en el alambique, situado en una destilería en la ciudad.

“Somos muy distintos al tequila, pero muy parecidos al mezcal”, explica De Luca.

En un invernadero hacen ensayos de cultivo y conservación de la planta, pensando en el futuro, a medida que modernizan más el proceso. La producción del cocuy está lejos de la industrialización que caracteriza por ejemplo al ron. En agosto pasado, Magno Cocuy produjo 1.170 litros de este licor.

Y De Luca agrega: “sabemos que una marca sola no hace segmento (…). Gracias a Dios hay otras. Y que podamos poco a poco ir sumando para que en unos cinco, diez años seamos un mercado, un boom de gran volumen y podamos estar al nivel de los rones”.

El trabajo de cualquier forma está enfocado en “limpiar” y “ennoblecer” su reputación.

“Hay mucha desinformación con respecto al tema y la gente no sabe que desde el año 2001 existen unas normas para la producción de cocuy”, insiste Durán.

En 2021, Magno participó con tres de sus productos en la prestigiosa New York International Spirits Competition, y compitió con más de 40 países y más de 1.400 bebidas, en el segmento de Agave-Tequila.

“Los tres productos que enviamos, los tres obtuvieron medallas, más la distinción de destilería del año para Venezuela”, cuenta De Luca con una sonrisa.

En su botella, por supuesto, aparecen los premios que ganó a otros mezcales mexicanos, reyes en la categoría.

“Nos llamamos la nueva cara del cocuy”, celebra Durán.

Sello de calidad

En el estado de Lara se encuentra también Pecaya, la única población en el país que tiene la Denominación de Origen Controlada (DOC) para el cocuy, que le fue concedida en 2001 por el servicio autónomo de propiedad intelectual.

El deseo de Durán, De Luca y otros productores es extender esa DOC a todo el país, para que los estándares de producción sean nacionales, pero necesitan de la organización de todo el sector.

Es importante porque es un distintivo de calidad que te diferencia del resto” con unas “condiciones que te dan un producto singular”, explica De Luca.

En mayo, el Parlamento aprobó la Ley para la Protección y promoción de la producción del Agave Cocui, del Cocuy y sus derivados.

“Después de años de resistencia, persecución y satanización, hoy este Parlamento aprueba esta inédita ley para la protección, promoción del cultivo y la siembra”, dijo entonces el diputado Julio Chávez (oficialista), impulsor de la ley.

La ley indica que el ‘agave cocui’ será considerado como rubro agrícola siempre y cuando esté cultivado en ecosistemas xerofíticos, con el fin de mantener la diversidad biológica propia de cada región.

Y en La Esperanza todo empieza.

“El nombre que decidimos darle a la finca fue La Esperanza, porque dejamos de hacer casas para hacer cocuy y apostamos todo a un solo proyecto”, dice Durán emocionada. Ambos se dedicaban antes al negocio de la construcción.

Hay planes de replantar los agaves por hectáreas para producción anual y hacer visitas guiadas a turistas.

“Si en México, gran parte de los ingresos del país son por el mezcal y el tequila ¿por qué en Venezuela no podemos lograr lo mismo con el cocuy?”, pregunta Durán.

Y concluye: “lo que se busca es que esto se convierta en una industria que sea digna de admirar y que sea orgullo nacional”.

Con información de VOA.

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