De viviendas a vitrinas: El auge de las quintas comerciales en Caracas

Vista de Caracas. / Foto: Fernando Flores. – Wikimedia. – Archivo.

En una de las urbanizaciones más prestigiosas del este de Caracas, una quinta de grandes dimensiones se llena de vida con el bullicio de los visitantes. No son residentes, sino clientes potenciales que acuden a un espacio convertido en un escaparate para emprendedores, que ofrecen sus marcas sin depender ni arriesgar su capital en un local fijo.

La antigua casa familiar, cuyos dueños se cuentan entre los 7 millones de venezolanos que han emigrado por la crisis socio-económica del país, ya no cumple su función original.

Sus días como hogar de una familia de clase media alta quedaron atrás, incluso antes de la pandemia, cuando Carolina León, una creadora de joyas, recibió la propuesta de usar el lugar para exhibir sus productos.

Una alternativa ante el fracaso del alquiler

Carolina había vivido en 2018 una mala experiencia con el alquiler de un local, en el que había invertido sus ahorros y su tiempo, sin obtener beneficios. Una amiga le sugirió entonces la quinta de sus padres, que acababa de quedar vacía tras la salida de unos inquilinos y que los propietarios no querían dejar desatendida.

Animada por seguir adelante con su negocio, pero sin poder costear el alquiler completo por solo una habitación que usaría para mostrar sus artículos, empezó a difundir la idea entre sus conocidas. En pocos meses ya eran seis las marcas con espacios propios de exhibición.

Ya en 2019 otros lugares similares funcionaban en las zonas más caras de la capital venezolana, pero en este punto elevado del este de la ciudad, la quinta donde Carolina mostraba sus diseños, y de la que ahora se ocupaba, se había convertido en pionera.

Entre otras casas grandes, algunas abandonadas, otras deterioradas por la recesión económica de los últimos años y unas pocas compradas por los nuevos ricos del país, Carolina logró consolidar el negocio.

La pandemia y las autoridades, obstáculos superados

La pandemia por covid-19 que golpeó a la nación suramericana en el primer trimestre de 2020 afectó su continuidad, pero los meses siguientes, con la flexibilización autorizada por el Gobierno venezolano en todo el territorio, permitió reanudar la actividad comercial y sumar más interesados en el concepto.

Los altos precios por alquiler en centros comerciales o locales independientes, además de los pagos por depósitos y las trabas para el registro fiscal y comercial de una empresa impulsaron la proliferación de la idea. Sin embargo, la alta visibilidad de algunas de ellas atrajo la atención de las autoridades y el intento de cobrarles impuestos.

En el proceso, algunas cerraron. Aun así, la tendencia siguió el camino del crecimiento, que además se desarrollaba en medio del leve repunte económico en el país el año pasado. Las quintas conocían a su clientela, y aunque sabían que se trataba de un público reducido, no lo descuidaban aunque sí preferían mantenerse al margen, operando casi de forma clandestina.

Un secreto a voces que preocupa a las franquicias

“Somos un secreto a voces, pero lo hacemos por proteger a los emprendedores y sus pequeños negocios que van desde la orfebrería, textilería e incluso gastronomía, y que crecen en este contexto país”, comenta León a Bloomberg Línea, quien prefiere no revelar el nombre ni la dirección exacta de su espacio.

La Cámara Venezolana de Franquicias, Profranquicias, ha mostrado su inquietud por el desarrollo de este tipo de establecimientos, que según Ricardo Antequera, su actual presidente, parecen aprovecharse de las flexibilidades del sistema o la falta de regulación en algunos casos.

“Como operan en zonas residenciales es importante considerar varios temas, hay que conversar con las autoridades municipales de la zona metropolitana de Caracas para revisar si estos establecimientos donde se montan incluso marcas de alto perfil, que combinan en ocasiones con una oferta gastronómica interesante, cumplen con los lineamientos que se establecen en la perspectiva de ordenanza municipales, cumplimiento en materia tributaria, y que en caso de que no, representan una actividad de competencia desleal”, explica Antequera a Bloomberg Línea.

Antequera valora la iniciativa, pero espera que estén en la misma línea de cumplimiento de las empresas que representan en la Cámara de Franquicias. “Me recuerda cuándo surgió el formato de los FoodTrucks, que generó preocupación y poco a poco se fue corrigiendo. Hoy no hay tanta abundancia, sigue siendo una oferta interesante pero dentro de un encuadre más formal y estructurado. Ojalá que estas casas reconvertidas en mini centros comerciales vayan hacia eso”, agrega.

Emprender por necesidad y con dificultades

En el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM Venezuela 2022) sobre la actividad emprendedora en el país, se concluyó que el 90% de los venezolanos que decidían emprender lo hacían por “ganarse la vida porque los empleos son escasos”.

En el estudio elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (Iesa) se destacó además que casi 3 millones de venezolanos han estado emprendiendo en diferentes etapas durante los últimos años, con la gran mayoría de ellos, el 86% como propietarios de negocios en etapa temprana, es decir con menos de 3,5 años en el mercado.

Sandy Gómez, gerente de Arca Análisis Económico y co-directora del Founder Institute Caracas reconoce y respalda estas cifras, aunque añade que no reflejan todas las características del ecosistema emprendedor en Venezuela, que tiene enormes dificultades para la sostenibilidad.

“Las condiciones estructurales en Venezuela hacen que sea relativamente difícil y sobre todo costoso mantener un espacio físico para una actividad comercial. Sobre todo sumado al ajuste de los servicios públicos en el último año. Con las quintas, los emprendedores lo que tratan es cubrirse en un espacio que no está etiquetado como espacio comercial. También hay que tomar en cuenta que si son emprendedores de etapa temprana, su volumen de venta no son suficientemente grandes como para poder enfrentar el costo de los tributos, que no son proporcionales a las ventas”, puntualiza en contraste con lo señalado por Profranquicias.

El precio por espacio en una de estas quintas se establece actualmente entre 200 dólares (USD) y USD 350 mientras que el alquiler de un local comercial puede superar hasta los USD 500 al mes, sumados al pago de un adelanto del año reservado.

Un modelo flexible y con futuro

Cada marca paga una cantidad mensual por el espacio, sin los anticipos que suelen pedirse para el alquiler de un local comercial. Además, cada una busca y aplica la estrategia que le parezca más adecuada para atraer a clientes a través de sus redes sociales mientras los responsables de las quintas les ofrecen un recorrido por el resto del lugar. Quieren más visibilidad, pero Carolina les ha advertido de los riesgos.

Permanecer en el tiempo es considerado muy posible, según la encargada de dos quintas. Los vecinos, aclara León, han ido asimilando y reconociendo el método que encontraron otros residentes para sobrevivir. Lo mismo ocurre con el alcalde de su jurisdicción, quien en las reuniones se ha referido a otros modelos de negocios instalados también en viviendas como clínicas veterinarias, consultorios o comida rápida.

Ella no se opone a una regularización, cree que puede darse más adelante si el modelo de showroom sigue creciendo. “No sé cómo se dará esa parte legal, nuestros precios son flexibles y diferentes a los de un local comercial, por lo que entonces no podría ser igual el tipo de impuesto, pero a este tipo de establecimientos les queda vida y se mantendrán mucho más tiempo”.

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