La Administración de Estados Unidos negó recientemente las acusaciones vertidas por el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, sobre la presunta construcción de instalaciones militares clandestinas en la zona disputada del Esequibo.
La controversia se intensificó cuando el presidente Maduro sostuvo que poseía pruebas fehacientes de la existencia de bases militares ocultas del Comando Sur estadounidense y células de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el Esequibo, con la intención de fomentar un conflicto armado contra su nación.
Ante tales afirmaciones, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, fue enfático al declarar: “No hay planes para una base militar secreta”.
El escenario se complica aún más con la reciente promulgación de una ley venezolana que busca anexar formalmente el Esequibo como un estado más de Venezuela, una medida que ha generado reacciones mixtas dentro y fuera del país.
En un referéndum consultivo realizado el año anterior, el gobierno de Maduro obtuvo un apoyo abrumador del electorado, con un 95% rechazando la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el litigio territorial y apoyando la anexión del Esequibo.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guyana ha insistido en que no permitirá “anexión, toma u ocupación de ninguna parte de su territorio soberano”.
La disputa por el Esequibo, una región de aproximadamente 160.000 kilómetros cuadrados rica en recursos naturales, ha escalado en los últimos meses, especialmente después de que Guyana concediera derechos de explotación petrolera en zonas aún sin delimitar, lo que ha exacerbado las tensiones históricas entre Caracas y Georgetown.
Con información de Voz de América (VOA).