Durante las últimas semanas, entre 20 y 30 migrantes han abordado diariamente embarcaciones en la costa panameña para emprender un largo viaje. Sin embargo, a diferencia de años anteriores, su destino no es Estados Unidos, sino el sur del continente.
Un fenómeno migratorio inesperado
“Es la primera vez que veo esto en 10 años”, asegura El Zurdo, un coyote que ha facilitado el cruce de miles de personas hacia el norte durante casi una década. “Sabíamos que venía un cambio, pero nunca me imaginé esto”, agrega.
El Zurdo, quien pidió ser identificado solo por su alias por razones de seguridad, comenzó a ofrecer el «viaje de regreso» a mediados de febrero a través de WhatsApp, poco después de la toma de posesión de Donald Trump para su segundo mandato. Su tarifa por el trayecto hasta Necoclí, un pequeño pueblo colombiano en el golfo de Urabá, es de aproximadamente 550 dólares (USD) por persona, incluyendo hospedaje y comidas básicas hasta el destino final.
Este cambio de ruta refleja cómo, en la era de Trump 2.0, el flujo migratorio está siendo redirigido, en un contexto donde las restricciones de entrada y permanencia en EE.UU. se han endurecido significativamente.
Endurecimiento de políticas migratorias
Para cumplir su promesa de deportaciones masivas, la nueva administración ha retirado ciertas protecciones a migrantes que ya se encuentran en territorio estadounidense y ha amenazado con cortar fondos a jurisdicciones que no colaboren con sus operativos. Además, se han restringido las vías legales para solicitar asilo, eliminando opciones como la aplicación gubernamental que permitía agendar citas en la frontera.
El Departamento de Seguridad Nacional anunció que dicha aplicación también podrá utilizarse para que los migrantes notifiquen su decisión de autodeportarse.
“Esto es un efecto Trump total”, afirma Adam Isacson, director de supervisión de defensa en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. “Un pequeño pero significativo número de personas que habían venido al norte esperando citas y acceso al sistema de asilo de EE.UU. se están dando por vencidas y se dirigen de vuelta al sur”.
Si bien es difícil cuantificar el número exacto de personas que han optado por regresar, el flujo migratorio en el Tapón del Darién es un indicador clave de esta tendencia.
Datos que revelan el cambio
Según declaraciones del presidente panameño José Raúl Mulino el pasado 27 de febrero, unos 2.200 migrantes, en su mayoría hombres adultos, han ingresado a Panamá con rumbo al sur en lo que va del año. En contraste, solo 408 personas cruzaron el puente terrestre en dirección a EE.UU. en febrero, una drástica caída respecto a los 37.000 migrantes que lo hicieron en el mismo mes de 2024. Se trata de la cifra más baja desde 2020, cuando la pandemia obligó al cierre de fronteras.
“Tenemos que ver la otra situación que va en ascenso, que es el flujo migratorio del norte para el sur”, advirtió Mulino.
Colombia, país vecino de Panamá, es la escala inmediata de estos migrantes, ya sea por vía marítima o terrestre. Johann Wachter Espitia, funcionario de la gobernación de Necoclí, confirmó que durante el primer fin de semana de marzo arribaron alrededor de 200 personas.
Respuesta de Colombia ante el nuevo fenómeno
Ante este panorama, la canciller colombiana Laura Sarabia indicó que el gobierno está trabajando en estrategias para enfrentar este fenómeno de «migración inversa«, incluyendo programas de empleo y educación. Asimismo, expresó su preocupación por el aumento de la xenofobia y la discriminación contra los migrantes en el país.
Por otro lado, varios gobiernos están cooperando con las deportaciones de EE.UU., en parte debido a la presión ejercida por la administración Trump mediante la amenaza de imponer aranceles. Desde que el mandatario asumió el cargo a finales de enero, México ha aceptado cerca de 20.000 deportados, de los cuales más de 4.000 son extranjeros. Estos migrantes enfrentan tres opciones: permanecer en México, intentar nuevamente el cruce a EE.UU., donde las restricciones han aumentado, o regresar al sur.
México y su papel en la contención migratoria
Ariel Ruiz, analista sénior del Migration Policy Institute, estima que entre 250.000 y 270.000 migrantes están varados en México debido a los cambios en las políticas de asilo. Esta situación es en parte consecuencia de las restricciones impuestas por la administración Biden, que facilitó la deportación de migrantes a México, así como de las nuevas políticas de Trump.
El gobierno mexicano, por su parte, ha implementado desde el año pasado una estrategia para desalentar la migración hacia el norte, enviando en autobuses a migrantes venezolanos hasta la frontera con Guatemala.
“Principalmente debido a la aplicación de la ley mexicana y las condiciones allí, la gente no estaba dispuesta o no quería esperar en México durante mucho tiempo”, señala Ruiz. “En lugar de intentar esperar y ver qué pasa con la política estadounidense, algunos empiezan a regresar”.
Este fenómeno de migración en reversa representa un giro inesperado en la dinámica migratoria de la región y podría tener implicaciones significativas para los países de América Latina en los próximos meses.
Con información de Bloomberg Línea.