Kimberly Cheatle, la directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, enfrentaba presiones tanto de demócratas como de republicanos para que renunciara, después de que un joven de 20 años hiriera a Donald Trump en una oreja durante un mitin el pasado 13 de julio en Pensilvania.
“Debería haberlo hecho hace al menos una semana”, declaró a los periodistas Mike Johnson, presidente republicano de la Cámara de Representantes. “Me alegra ver que ha atendido la petición de republicanos y demócratas”, agregó.
El lunes, Cheatle compareció ante una comisión del Congreso y reconoció que el ataque a Trump, quien sufrió una herida leve en la oreja derecha, fue un fracaso del Servicio Secreto. Según sus palabras, se trató del “fallo operativo más significativo del Servicio Secreto en décadas”.
La directora provocó el enojo de los congresistas de ambos partidos al negarse a proporcionar detalles adicionales sobre el ataque, justificando su postura con la existencia de múltiples investigaciones en curso.
Cheatle había servido como agente del Servicio Secreto durante 27 años antes de renunciar en 2021 para asumir el cargo de jefa de seguridad de PepsiCo en Norteamérica. En 2022, fue nombrada directora del Servicio Secreto por el presidente Joe Biden.
Sin móvil ideológico o político
El atacante disparó contra Trump con un rifle de asalto tipo AR unos minutos después de que comenzara su discurso en el mitin. Desde la azotea de un edificio cercano, el joven fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto menos de 30 segundos después de realizar el primero de los ocho disparos.
Las investigaciones concluyeron que el joven, quien residía en un pueblo a unos 80 kilómetros de Butler, actuó solo y no se ha identificado ningún móvil ideológico o político detrás de sus acciones.
Además del ataque a Trump, dos asistentes al mitin resultaron gravemente heridos y un bombero de Pensilvania de 50 años, Corey Comperatore, falleció en el acto.
Con información de RFI / AFP.