La región latinoamericana se encuentra en una lucha constante contra el aumento del costo de vida, y aunque algunas de las economías más grandes de la región, como Brasil, México y Chile, han logrado controlar la situación gracias a la receta de los bancos centrales basada en altas tasas de interés, otras naciones como Colombia, Argentina y Venezuela siguen sin encontrar una solución.
En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó en un informe divulgado recientemente que “tras alcanzar un máximo de 10% a mediados de 2022, la inflación general en las principales economías latinoamericanas se ha desacelerado a 7% en marzo“, recoge Bloomberg.
El organismo asoció esta caída parcial del costo de vida en Latinoamérica a la disminución de los precios de las materias primas desde sus niveles máximos, pero “el progreso en la reducción de la inflación subyacente —que excluye alimentos y energía— parece haberse estancado”. Además, señaló que “las expectativas de inflación a corto plazo superan los rangos fijados como meta por los bancos centrales. La fuerte demanda interna, el rápido aumento de los salarios y las presiones de precios generalizadas dejan entrever el riesgo de que la inflación se mantenga en niveles inaceptablemente elevados en la región”.
El FMI considera clave restaurar la estabilidad de los precios con base a la experiencia de los últimos veinte años frente al efecto desestabilizador que tiene la inflación elevada sobre la economía y la desigualdad al golpear principalmente a los más vulnerables. Por ello, el organismo sugiere que los bancos centrales deberían mantenerse firmes en su lucha hasta que no quepa duda de que los precios están en una trayectoria descendente.
En este sentido, la receta de mayores tasas de interés para controlar la inflación ha sido cuestionada recientemente por algunos líderes políticos, como el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el mandatario colombiano, Gustavo Petro. Sin embargo, el FMI señala que las tasas de interés deberían permanecer en niveles altos buena parte de este 2023 e incluso el próximo año para cumplir con las metas fijas de inflación para fines de 2024 o principios de 2025.
Venezuela, la inflación más acentuada
Por otro lado, el FMI sugiere que “la política fiscal podría asumir un mayor protagonismo mediante una orientación más contracíclica este año” y esto les permitiría a los bancos centrales reducir la inflación sin tener que subir tanto las tasas de interés. Así, una orientación más restrictiva ayudaría a desacelerar la demanda interna, permitiendo que las tasas de interés comiencen a bajar más pronto. Esto reduciría posibles riesgos para la estabilidad financiera derivados de mantener las tasas altas por un tiempo prolongado y ayudaría a reducir los niveles de deuda pública.
De acuerdo con los analistas del FMI, esto también daría margen fiscal para responder al próximo shock económico basados en políticas más balanceadas que darían mayores chances de ganar la guerra a la inflación y atajar los riesgos de recesión. Sin embargo, este año la inflación más acentuada en Latinoamérica y el Caribe podría registrarse en Venezuela (250%), Argentina (88%), Haití (31,2%) y Surinam (28,2%).
En cuanto a las más grandes economías de Latinoamérica, las mayores estimaciones frente al aumento de precios están en Colombia (8,4%), Uruguay (7%), Brasil (5,4%), Chile (5%), México (5%), Paraguay (4,1%), Bolivia (3,6%), Panamá (3,1%), Perú (3%) y Ecuador (2,3%).
En este contexto, la inflación general en Latinoamérica y el Caribe sería este año del 11,8%, pero excluyendo a Argentina y Venezuela caería al 5,4% en 2023. Para el 2024 se estima que la inflación de Latinoamérica caiga al 7,7%, mientras que excluyendo a Argentina y Venezuela sería de 3,7%.
Así, el FMI prevé que el crecimiento en Latinoamérica se desacelerará de un notable 4% en 2022 a 1,6% en 2023 y repuntará al 2,2% en el próximo año.