La Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (Opep+) anunció sorpresivamente un recorte de la producción de petróleo que superará el millón de barriles diarios (bpd), abandonando las garantías anteriores de que mantendría la oferta, con el objetivo de mantener la estabilidad del mercado y evitar una mayor caída de los precios del petróleo.
La reducción será encabezada por Arabia Saudita, que se comprometió a reducir su oferta en 500.000 bpd, reseña Bloomberg. Otros miembros, como Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Argelia, siguieron su ejemplo. Rusia también declaró que continuará con el recorte de producción que estaba aplicando de marzo a junio hasta finales de 2023.
El impacto inicial de los recortes, a partir del mes que viene, sumará unos 1,1 millones de bpd. A partir de julio, debido a la prórroga de la actual reducción de la oferta rusa, habrá en el mercado unos 1,6 millones de bpd menos de crudo de lo previsto.
La medida podría — según recuerda la referida agencia de noticias— avivar de nuevo las tensiones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, un socio regional cuya relación con la Administración del presidente Joe Biden ha sido tensa. En octubre del año pasado, cuando la Opep+ recortó por sorpresa su producción en unos 2 millones de bpd pocas semanas antes de las elecciones estadounidenses de mitad de mandato, Biden prometió que habría “consecuencias” para Arabia Saudita.
Los precios del petróleo han fluctuado en los últimos meses, pero se han recuperado a medida que la situación daba señales de estabilizarse. El crudo Brent, de referencia internacional, cerró el viernes justo por debajo de los 80 dólares (USD) el barril, un 14% más que su mínimo de marzo.
La reducción significativa para un mercado en el que, a pesar de las recientes fluctuaciones de precios, la oferta parecía ajustada para la última parte del año. Los futuros del petróleo no cotizaban cuando se anunció el recorte este domingo, pero la inevitable reacción de los precios podría agravar las presiones inflacionistas en todo el mundo, obligar a los bancos centrales a mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo y amplificar el riesgo de recesión.
