Los 2.341 kilómetros de frontera que separan a Colombia y Venezuela suponen una cultura compartida y la cercanía entre sus ciudadanos, pero también desafíos de seguridad y temores generados por el accionar a menudo violento de grupos armados ilegales, mafias y estafadores a ambos lados de la zona limítrofe.
Analistas consultados coinciden en que la reapertura el lunes de la frontera colombo-venezolana mejorará la seguridad de ambos países, aunque tienen enormes retos y ver los resultados tomará tiempo.
“Ni Colombia ni Venezuela históricamente han tenido realmente el control de esa frontera. Primero, porque es muy grande, es muy porosa y también hay muchos temas de corrupción dentro de las instituciones de los dos países”, dijo Néstor Rosanía, investigador y corresponsal de conflictos armados y director ejecutivo del Centro de Estudios en Seguridad y Paz.
Y aunque valora que la reapertura de la frontera es “un avance y que incluso permitió la primera reunión en siete años de los ministros de Defensa, Rosanía admite que el “camino es muy largo” debido a que no existe un plan de seguridad por el momento.
El profesor de la Pontificia Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos Cerac, Jorge Restrepo, opina que “la reapertura de la frontera mejora la seguridad de manera automática, porque le quita a los grupos del crimen organizado las rentas que se derivaban del contrabando”.
Restrepo sostiene además que “permitir el comercio, mientras se dinamiza, sobre todo, le va a quitar esas rentas extraordinarias a los grupos de crimen organizado que controlaban los pasos, a través de trochas”.
¿Cuáles son los principales retos?
Según un informe de la Fundación Pares, publicado en agosto, la frontera entre Colombia y Venezuela está bajo el control de la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN) y “otras estructuras armadas ilegales, como las disidencias de las (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) Farc, el Clan del Golfo y otros grupos más pequeños como el Cartel de Sinaloa, La Frontera, La Línea, el EPL y El Tren de Aragua. A falta de presencia institucional, el conflicto armado prolifera con un impacto exponencial en los departamentos de Norte de Santander y Arauca”.
Luis Eduardo Celis Méndez, asesor de la Fundación Paz y Reconciliación, Pares, sostiene que “el reto no es pequeño, pero la única forma de afrontarlo es mediante un trabajo de acción conjunta y de un diálogo franco, sincero, para asumir las dificultades que no son pequeñas en una frontera que ha estado bajo el control de los ilegales los últimos siete años”.
Para Restrepo, en términos de seguridad, el gran reto radica en “reactivar y hacer operativos los intercambios del sistema judicial venezolano con el colombiano”.
Otro de los problemas al que se le debe prestar vital atención es la corrupción, un tema que requiere de “más vigilancia ciudadana, más veeduría, más debate de lado y lado”, indica el vocero de Pares.
De acuerdo a Rosanía, es preciso “construir una confianza para que los militares empiecen a compartir realmente información de inteligencia estratégica” y encaminar un plan integral inicial real donde participen agencias del Estado dedicadas a temas de seguridad de ambos lados.
El investigador afirma que un gran desafío será desactivar los grupos que dependen del narcotráfico, negocios de minería, el tráfico ilegal de combustibles, las trochas, la extorsión, el secuestro, entre otros negocios que les permiten subsistir.
“La frontera se volvió muy compleja”, dijo, admitiendo que estos grupos construyeron portafolios de economía ilegal y desactivarlos será muy complejo.
“Ellos van a seguir ganando de las finanzas que hoy tienen. Entonces, en seguridad no va a ser cambio muy rápido”, afirmó el investigador.
De acuerdo a la opinión del director del Cerac, los grupos de crimen organizado van a tratar de migrar el control directo en los pasos fronterizos y a tratar de extorsionar a los comerciantes.
“Allí hay un reto para los cuerpos de seguridad del Estado en el caso de Colombia y de Venezuela también de cuidar para que este intercambio comercial, para que el tránsito de pasajeros, cuando se reinicie, a través de las rutas de buses, pues no vaya a ser objeto de extorsión, pero yo diría que esos son retos relativamente menores en el buen sentido de la palabra”, explicó.
¿Y los grupos armados ilegales?
Analistas señalan que grupos armados como el ELN y las disidencias de las Farc operan en ambos países.
“Eso es lo que se ha llamado una figura bisagra o una guerrilla binacional. Operan tanto en Colombia como dentro de Venezuela. Entonces, el gran problema es que, si no se hace un trabajo articulado, pues finalmente están en los dos países”, dice Rosanía.
De acuerdo al análisis de Restrepo, estos grupos pierden con la reapaertura, pues las Fuerzas Armadas colombianas podrán distinguir entre el flujo fronterizo legal e ilegal.
Con información de VOA.