Cuando Gustavo Petro asuma el cargo el 7 de agosto como el primer presidente izquierdista de Colombia, se espera que, tan pronto como al día siguiente, abra la volátil frontera de su país con Venezuela.
Luigi Pisella, director de Conindustria, la asociación industrial más grande de Venezuela, y Adan Celis, vicepresidente de la asociación empresarial más grande de Venezuela, Fedecámaras, dicen que la reapertura está programada para el 8 de agosto.
Y aunque los grupos empresariales de ambos lados lo quieren y pronostican 1.200 millones de dólares (USD) en comercio para fin de año, los desafíos pueden ser mayores de lo que creen: grupos armados ilegales que controlan el tráfico, puentes y carreteras que se desmoronan por años de desuso y una total falta de claridad sobre impuestos y permisos.
“La apertura se dará en medio de rentables negocios ilícitos que no serán fáciles de desmantelar”, dijo Félix Arellano, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Central de Venezuela. “Puede haber esfuerzos que compliquen la apertura, por lo que el proceso de normalización de la frontera será lento”.
Petro y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que hablaron oficialmente por primera vez el 22 de junio, sostuvieron una segunda conversación en las últimas semanas para discutir la reapertura, según dijo a Bloomberg una persona familiarizada con el tema.
A principios de este mes, representantes de ambos se reunieron con comerciantes y líderes de cámaras empresariales dentro de Venezuela, cerca de la frontera. Los líderes empresariales presionaron para una apertura completa el 8 de agosto, según dijo la agencia citando a personas familiarizadas con las conversaciones. Estiman que, tras el largo estancamiento, el valor de la reactivación comercial podría más que triplicarse en los próximos meses.
Los problemas ya son evidentes. El plan original era realizar una ceremonia de inauguración en el puente internacional Tienditas. Luego quedó claro que los grupos armados allí representan un riesgo para los funcionarios. Los muchos años de una frontera cerrada llevaron a un aumento del contrabando por rutas informales controladas por el crimen organizado.
“Una muy, muy buena noticia”
No obstante, una apertura formal y las expectativas de crecimiento económico al ritmo más rápido en 15 años bajo las nuevas políticas de Maduro favorables al mercado podrían impulsar las exportaciones de Colombia a Venezuela, que totalizaron solo USD 331 millones en bienes este año, frente a USD 6.100 millones en 2008.
“La posibilidad de exportar formalmente nuestros productos a Venezuela nuevamente es una muy, muy buena noticia para nosotros”, dijo Olimpo Peñuela, de la fábrica Clock Footwear, en Cúcuta. Hace una década, enviaba la totalidad de su mercancía a Venezuela. Ahora, el 30% va allí pero por rutas informales que exigen sobornos a grupos criminales y funcionarios de seguridad. El 70% restante se vende en Colombia.
Antes de la pandemia, la industria del calzado en la región fronteriza colombiana de Santander, de la cual Cúcuta es capital, generaba USD 20 millones al año, dijo Peñuela, cuya fábrica de 30 personas produce de todo, desde zapatillas hasta sandalias con plataforma.
Leonardo Méndez, de 76 años, quien pertenece a una organización que representa a los camioneros colombianos, dice que la apertura tendrá un efecto dominó. “El mecánico, el que vende repuestos, el chofer, el hotel donde se hospeda, es una larga cadena de personas que se benefician”, dijo Méndez desde Cúcuta.
Sin embargo, muchos de los requisitos para que los camiones crucen con seguridad, como el papeleo de aduanas para evitar las paradas en los puntos de control, siguen siendo un misterio, dijo. Otro de los principales obstáculos es la infraestructura, incluida la calidad de los puentes tras años de desuso y las principales vías del lado venezolano, dijo Méndez.
Por otro lado, algunos venezolanos temen que las importaciones colombianas los obliguen a competir con bienes más baratos de lo que pueden producir, particularmente porque Maduro ha eliminado en gran medida los impuestos a la importación para evitar episodios de escasez. En otras palabras, la apertura podría terminar con el breve respiro que han experimentado los productores locales después de una recesión de siete años que acabó con la mayor parte de la producción nacional.
También, algunos empresarios venezolanos dicen que están interesados en exportar nuevamente metales, textiles y productos químicos a Colombia.