Así se lavan las manos en la Iglesia Católica venezolana sobre los abusos sexuales mientras respaldan la homofobia

Monseñor Mario Moronta, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), se lavó la manos ante la investigación del diario estadounidense Washington Post sobre sacerdotes que abusaron sexualmente de niños y volvieron a la Iglesia en su país.

En una rueda de prensa llevada a cabo la semana pasada, Moronta no solo dijo que la responsabilidad de estos casos corresponde nada más a los obispos que informan al Vaticano, sino que vio con suspicacia la investigación, como si no fuera bastante grave la impunidad religiosa de presbíteros que cometen estos repudiables actos contra menores de edad.

“No nos toca tomar esas decisiones”, dijo al respecto y aconsejó “que cada uno realice su trabajo”, en referencia a la supuesta responsabilidad individual —y a criterio propio— de cada obispo.

Fue entonces cuando soltó la peor de la perlas: “Llama la atención de que nos investiguen pero no a otros entes, no solo religiosos sino profesionales, donde el número de abusos sexuales es mayor”.

Sobre esta acusación, tan evasiva como grave y siendo de la misma índole de las que se señalan contra representantes de la Iglesia Católica venezolana, no dijo nada más. Solo lanzó la piedra.

¿A cuáles entes profesionales se refirió? No se sabe; no lo dijo. Y si aseveró con tanta indignación que el número de abusos sexuales “es mayor” en otras instancias, entonces es que debe saber cuál es la cantidad de estos crímenes reportados sobre la Iglesia venezolana. ¿No se supone —según sus propias palabras— que es un asunto que solo se trata en comunicaciones bidireccionales entre cada obispo y el Vaticano?

Y si Moronta conoce de abusos sexuales en otras instituciones, ¿por qué no denuncia? ¿Será porque tampoco le “toca tomar esas decisiones” y deja que “cada uno realice su trabajo” aunque no lo haga?

Más grave aún: ¿Que estos actos criminales ocurran en otros entes es justificación para que no se investiguen y sancionen en el seno de la institución religiosa que representa?

Pero las irregularidades en la declaración del monseñor no acaban aquí.

No fue “en estos últimos meses” que suspendieron a Mosquera

Luis Alberto Mosquera, un sacerdote que fue condenado en 2006 a más de 7 años de prisión por abusar sexualmente de un niño de 6 años y que no terminó su sentencia, regresó a la Iglesia en el estado Lara después de dos años de ser apresado y desde entonces siguió ejerciendo, incluso publicando fotos en los que se mostraba rodeado de niños, según reveló la investigación del Washington Post.

Al respecto, Moronta dijo que Mosquera fue destituido del sacerdocio “en estos últimos meses”, cuando la verdad es que ocurrió justo un día después de la publicación del trabajo de investigación del diario estadounidense, tal como reveló su autora, Ana Vanessa Herrero.

Así, tras la publicación del Washington Post, Mosquera envió un mensaje vía telefonía celular a sus feligreses indicándoles que acababa de ser suspendido y que se le abría un “proceso canónico”, por lo que ahora estaba impedido de ejercer su ministerio “públicamente”.

Sí, un “proceso canónico” en junio de 2022 por un delito por el que fue condenado hace 16 años. El niño abusado de 6 años ya debe tener 22 años y Mosquera estuvo 14 años ejerciendo en la Iglesia tras su condena.

No obstante, Moronta afirmó que mantienen datos en confidencialidad por “respeto” a las víctimas y porque se encuentran realizando un “estudio bastante serio”.

La homofobia sí va de frente

Sin embargo, en el desconocimiento de los derechos de las personas de la comunidad Lgbti, la Iglesia Católica venezolana sí ha sido implacable, esgrimiendo la supuesta defensa de “la unidad de la familia y la dignidad de los seres humanos”, tal como aseveró la CEV en un comunicado en 2021, en el que pide explícitamente que las uniones de parejas del mismo sexo permanezcan desamparadas legalmente.

¿Atenta entonces contra “la unidad de la familia” y la “dignidad” que las personas Lgbti puedan vivir sin vacíos legales que les impidan casarse, heredar, tener bienes en común o poder visitar a su pareja en una unidad de cuidados intensivos? ¿Se justifica que la CEV se sume como piedra de tranca contra el reconocimiento del matrimonio igualitario y la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo mientras tiene una posición laxa y evasiva ante los abusos sexuales en el seno de su Iglesia?

La rueda de prensa del monseñor Moronta dejó muchas más preguntas que respuestas.

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