Descubren que la microbiota intestinal influye en la cantidad de alcohol que se busca beber

Foto: Marco Verch. – Archivo.

La distinta composición de la microbiota intestinal ayuda a explicar los diferentes patrones de consumo de alcohol entre los individuos, según los resultados de un equipo de investigación liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

El trabajo, publicado en Translational Psychiatry, reveló por qué no todas las personas que beben alcohol tienen los mismos efectos ni todas desarrollan un trastorno por consumo de alcohol.

“El estudio representa un avance significativo en la comprensión del papel de la microbiota intestinal en el comportamiento motivado, en concreto, en el comportamiento de consumo de alcohol voluntario“, señaló la investigadora del departamento de Biología Celular de la UCM, Elena Giné.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron el consumo de alcohol y la microbiota intestinal de 507 estudiantes de universidades madrileñas en los que detectaron que el consumo excesivo de alcohol se asociaba con un fenotipo específico de heces y con un aumento en la abundancia de actinobacterias.

Por otro lado, en modelo animal de 80 ratas macho, se realizaron estudios de conducta para medir las alteraciones asociadas al consumo de alcohol, el efecto del tratamiento con antibióticos y del trasplante de microbiota intestinal. El resultado más notable fue que los animales que recibieron un trasplante fecal de animales dependientes del alcohol consumieron más alcohol que los animales que recibieron un trasplante fecal de animales control.

El trabajo también confirmó que el tratamiento con antibióticos producía un cambio dramático de la composición de la MI y que llevaba asociado una reducción en el consumo de alcohol. Actualmente, el estudio de la microbiota, según sus autores, está en auge y por ahora presenta más preguntas que respuestas. Sin embargo, es muy probable que se puedan diseñar estrategias de intervención en el ámbito de la psicofarmacología basadas en la manipulación de la MI.

“Esto se podría conseguir bien a través del uso de probióticos (bacterias), prebióticos (alimento de las bacterias) y/o simbióticos (conjuntamente pre y probióticos)”, concluyó José Antonio López Moreno, profesor del departamento de Psicobiología y autor principal de la investigación.

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