La tensión en la frontera de Ucrania se ha trasladado a 10.000 kilómetros de distancia. En las últimas semanas, altos funcionarios del Kremlin han asegurado que el Gobierno ruso podría desplegar tropas o activos miliares en Venezuela y Cuba, poco después de que Estados Unidos y la Otan se movilizaran para enviar refuerzos militares a Ucrania para el caso de una invasión rusa.
Sergei Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores ruso, no ha descartado un despliegue militar de su país en esas dos naciones latinoamericanas si llegase a aumentar la presión diplomática. El embajador de Rusia en Caracas, Serguéi Mélik-Bagdasárov, declaró en una entrevista que Venezuela, “sin lugar a dudas”, encontraría la manera de prestar ayuda militar y técnica a su país si empeora el diferendo y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, declaró que el Kremlin reforzará su cooperación estratégica con Venezuela, Cuba y Nicaragua “en todos los ámbitos”.
Pero expertos consultados por Voz de América aseguran que lo que Rusia busca es presionar a Estados Unidos mostrando una alianza simbólica con aliados “antiestadounidenses” en la región, pero que no irá más allá.
Las declaraciones de los voceros rusos sobre Venezuela son “una reacción apresurada, desesperada, impaciente” de Moscú, opina Félix Gerardo Arellano, académico venezolano y especialista en relaciones internacionales. Esas amenazas, a su juicio, fueron “parte de un discurso agresivo” tras las fallidas conversaciones en Ginebra de donde el presidente ruso Vladimir Putin “aspiraba a salir triunfante”, dijo a VOA.
Para Evan Ellis, investigador en Relaciones Internacionales y docente de Estudios Latinoamericanos en la Escuela de Guerra, este interés por Venezuela y Cuba tiene como intención “establecer una alianza de conveniencia con regímenes antiestadounidenses” para dar a entender, como medida de presión, que tienen aliados en el hemisferio occidental.
“Les conviene mostrar que tienen aliados poderosos en contra de Estados Unidos, pero no veo que sea una amenaza creíble”, afirmó Ellis en declaraciones a VOA.
Además, según el experto, las acciones que Rusia pretende llevar a cabo en la región latinoamericana serían muy básicas, ya que, a su juicio, el Gobierno de Putin no tiene tantos recursos para desplegarse militarmente.
“Si Putin envía tropas a Ucrania y destapa una guerra, también tendría interés en distraer a Estados Unidos con algo en su patio trasero. Pero no va a enviar misiles nucleares o no va a entregar sistemas S-400 que podrían provocar una escalada (militar) en la región que puede estar fuera de su control”, expresó Ellis, convencido de que se materializará un “compromiso simbólico para desplegar tropas o establecer una base”, pero no va a ir “más allá”.
Por su parte, Max Bergmann, investigador del Centro para el Progreso Estadounidense, comparte la misma idea de Evan Ellis de que Rusia lo que pretende es forjar aliados en América Latina para hacer frente a Estados Unidos en caso de que haya una invasión en Ucrania y la Casa Blanca imponga castigos contra el Kremlin.
“Tenemos que darnos cuenta que Rusia es una fuerza contra la democracia y que esa es una posición global que ellos defienden, ya sea en América Latina o en África. Si Rusia se ve afectada por las fuertes sanciones de Estados Unidos, que así será si invade Ucrania, buscará formas de socavar a EE. UU. para amenazar al país norteamericano con el traslado de fuerzas militares en América Latina”, reiteró.
Díaz-Canel y Maduro, dos posturas diferentes
Con todo, el profesor de la Escuela de Guerra de Estados Unidos subraya que ante las intenciones de Rusia, “las respuestas” de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, son diferentes.
En cuanto a la política de la isla caribeña, Ellis señala directamente a la situación vivida en Cuba con la crisis de los misiles. En 1962, se desató un conflicto entre EE. UU., la Unión Soviética y Cuba después de que Washington descubrió unas bases de misiles nucleares de alcance medio propiedad de los soviéticos en territorio caribeño. Esa situación provocó una grave crisis y estuvo a punto de estallar, incluso, una guerra nuclear.
Es por esa razón que, según Evan Ellis, Cuba no quiere volver a repetir los errores del pasado, por lo que “no tiene mucho interés en participar en esta amenaza rusa”. “Va a cooperar porque tiene un espíritu mutuo antiestadounidense, pero no se va a involucrar en un conflicto que podría escalar en este hemisferio”, recalcó.
Además, considera que una colaboración activa de Díaz-Canel con Rusia podría “poner en jaque el acceso de Cuba al petróleo de Venezuela si EE. UU. responde con algún tipo de acción militar”.
A todo eso, recuerda el experto consultado por VOA, Rusia “no está en situación de regalar a Cuba más equipo militar nuevo de gran escala, ni beneficios económicos, acceso al gran mercado ruso o al crédito ruso”. De esta manera, Díaz-Canel se tendría que conformar con “cosas simbólicas” y sin tanta trascendencia.
“Así que Cuba tiene poco para ganar y todo para perder en cuanto a colaborar con esto”.
Venezuela, sin una estrategia clara
Los acuerdos militares entre el Palacio de Miraflores y el Kremlin no son algo nuevo, y se remontan al 2005, cuando Hugo Chávez estaba al frente del Gobierno de Venezuela. Los convenios incluían asistencia técnica y compra de armas, equipos de defensa, así como unidades navales, aéreas y terrestres.
Sobre Venezuela, Ellis considera que Maduro “piensa menos estratégicamente y con menos sabiduría geopolítica” que los líderes cubanos. Es por ello que dice que en el país “hay actores un poco nerviosos” por si la situación se descontrola, y la falta de una estrategia clara sobre la colaboración con los rusos.
“Las tensiones y actividades rusas en Venezuela podrían tener un impacto difícil de controlar en el país, especialmente si esto destapa algún tipo de acción militar en la frontera”, dijo y recordó que en Venezuela ya se ha visto “el conflicto entre miembros de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y otros grupos salientes que se han descontrolado en Apure y en la frontera con Arauca”.
¿Qué método estaría siguiendo Rusia en Latinoamérica?
Félix Gerardo Arellano también cree que Venezuela, Cuba y Nicaragua son “fichas que está jugando Rusia para presionar” para que Ucrania no se adhiera a la Otan y provocar que sus adversarios occidentales no estén presentes en su nación vecina, estratégica para su exportación de gas y como escudo de defensa a sus intereses.
“Si Occidente quiere estar allí, entonces Rusia se cree con derecho de estar en México, Canadá o donde le moleste a Estados Unidos. Es reeditar la narrativa y el enfrentamiento de la Guerra Fría, pero no es la de décadas atrás. No hay una Rusia poderosa. No tiene el músculo financiero para poder desarrollar una estrategia global de gran escala en el plano militar”, explicó Arellano.
En esa línea, resalta que el discurso de incluir a países latinoamericanos en el conflicto “fue bajando de tono” después de la reciente reunión entre los cancilleres de Rusia y Estados Unidos en Ginebra. También subraya que Venezuela “no puede aportar nada en un juego militar”, en referencia a su mermada Fuerza Armada.
Dimitri Morozov, convencido de que Rusia con estas acciones busca “presionar a Washington”, asegura que la intención del Kremlin en la región es crear “puntos de apoyo para promover los intereses económicos y políticos”.
Sin embargo, considera que esa estrategia se estaría llevando a cabo de manera “errónea”.
“Siempre da prioridad a los aspectos políticos e ideológicos. Esto trae sus repercusiones porque en los círculos políticos latinoamericanos Rusia no se percibe como socio económico sino como aliado de un régimen concreto. Y cuando la oposición gana las elecciones y se produce el cambio de poder, toda la cooperación se pone en peligro”, opinaba Morozov.
Países latinoamericanos, motivo de tensión
El experto ruso dice que los países latinoamericanos que mantienen un fuerte discurso contra el “imperialismo norteamericano”, como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, son uno de los motivos de la tensión en las relaciones diplomáticas de Moscú y Washington.
“Debido a su cercanía geográfica, América Latina representa una gran importancia para la seguridad de EE. UU. Es de entender que todas las actividades que en la región desarrollen otras potencias son causa de la preocupación de la Casa Blanca. Pero tampoco se debe olvidar que los propios EE. UU. buscan entablar cooperación y sociedad con los países vecinos de Rusia, lo que origina preocupaciones legítimas de Moscú”, señaló el analista.
Por otro lado, el presidente del Cidob, Antoni Segura, señala las relaciones entre Rusia y Venezuela, Nicaragua y Cuba están más marcadas por “la oposición a EE. UU. que por intereses objetivos”: “Si de algún sitio pueden obtener crédito estos países es de Rusia y de China”.
Pero, ¿qué pasa entre el Kremlin y el resto de los países de la región? Segura señala que “hay lazos muy débiles”. “Naciones como Costa Rica, Ecuador o Perú, en este momento, están mucho más volcados en unas relaciones hacia EE.UU.”.
Rusia y Ucrania: antecedentes
Las actuales diferencias entre Rusia y Ucrania se remontan a 2014, cuando en Kiev fue destituido el presidente prorruso Víctor Yakunóvich y su homólogo ruso Vladimir Putin se anexionó a la península de Crimea.
El presidente del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (Cidob, por sus siglas en catalán), Antoni Segura, señala que este conflicto entre ambas naciones es “complejo” y tiene muchas aristas.
“Hay una Ucrania de tradición occidental, muy conectada con lo que fue el Imperio austrohúngaro en su momento, y otra Ucrania que es de tradición mucho más rusa”, explicó el experto en declaraciones a la Voz de América.
A esta dualidad, dice el analista, se sumaría la añoranza del presidente ruso de la fuerza y presencia que tuvo la antigua Unión Soviética antes de su desintegración en 1991.
“Putin considera que su mentor, (Boris) Yeltsin, de alguna manera fue víctima de las potencias occidentales. Él ha dicho en más de una ocasión que el desastre más grande del siglo XX fue la desaparición de la Unión Soviética. No porque él se considere comunista ni mucho menos; es un dictador que mantiene unas ciertas formas, pero en el fondo es un régimen muy autoritario y desde el punto de vista económico defiende un ultraliberalismo atroz”, dijo Segura.
“No es que haya una nostalgia de un pasado comunista, pero sí de un pasado como potencia”.
Lo que muchos se preguntan ahora es si finalmente Rusia cumplirá con las amenazas e invadirá Ucrania. “Es muy difícil predecir cómo actuará el Kremlin”, señala desde Moscú el experto en política latinoamericana Dimitri Morozov.
“Ahora lo que hace es poner a prueba a Occidente para ver hasta qué grado está determinado a no permitir que Ucrania sea invadida. Si se da cuenta de que Occidente no está dispuesto a enfrentar la invasión, entonces podría considerar la opción militar”, expresó.
Por otro lado, Segura afirma que el desencuentro entre Rusia y Ucrania “tiene una difícil resolución”. Eso se debe principalmente a que “Putin no es excesivamente sensible a los valores democráticos” y la Unión Europea “tiene una posición ambigua en este tipo de conflictos”.
VOA.