En solo 42 segundos, un satélite chino captó imágenes de una amplia zona alrededor de la ciudad de San Francisco (California, Estados Unidos) que serían lo suficientemente nítidas como para identificar un vehículo militar en la calle y saber qué tipo de arma podría llevar, según informó este martes South China Morning Post.
El Beijing-3, un pequeño satélite comercial de una tonelada lanzado el pasado mes de junio por el gigante asiático, realizó un escaneo en profundidad de la zona central de la bahía de San Francisco, de unos 3.800 kilómetros cuadrados. Los científicos, que participaron en el proyecto, detallaron que las imágenes, tomadas desde una altitud de 500 kilómetros, tienen una resolución de 50 centímetros por píxel.
Además, señalaron que la prueba de rendimiento realizada sobre América del Norte y otras zonas demostró que el satélite podía tomar imágenes mientras su cuerpo giraba hasta 10 grados por segundo, una velocidad nunca vista antes en un satélite. La mayoría de los satélites de observación de la Tierra deben ser estables cuando toman imágenes, ya que los mecanismos de control de altitud pueden producir vibraciones que difuminan las imágenes.
“China empezó relativamente tarde con la tecnología de los satélites ágiles, pero logró un gran número de avances en un corto periodo de tiempo”, declaró un equipo de investigadores la empresa DFH Satellite Company, con sede en Pekín, en un artículo publicado en la revista nacional Spacecraft Engineering. “El nivel de nuestra tecnología ha alcanzado una posición de liderazgo mundial“, agregó.
El satélite más ágil
A pesar de su pequeño tamaño y su coste relativamente bajo, Beijing-3 fue considerado el satélite más ágil y podría ser uno de los satélites de observación de la Tierra más potentes jamás construidos, según Yang Fang, investigadora principal del proyecto.
Un satélite en la órbita más baja normalmente puede observar una franja recta y estrecha debajo de él. Debe rodear la Tierra varias veces o trabajar con otros satélites para cubrir una región de interés. La agilidad del Beijing-3 le permitió realizar algunas tareas de observación que antes se consideraban técnicamente imposibles. Por ejemplo, tomó durante un solo vuelo de norte a sur sobre China imágenes del río Yangtsé, de 6.300 kilómetros de longitud, entre la meseta tibetana y el mar de la China Oriental, apuntaron los especialistas.
Con tecnología de inteligencia artificial a bordo, el satélite podría planificar su programa de vuelo de forma independiente para vigilar hasta 500 zonas de interés en todo el mundo con casi 100 revisitas al día.
Además, es capaz de detectar la presencia de determinados objetivos y enviar sus fotos a la Tierra. De acuerdo con Yang y sus colegas, el tiempo de respuesta de Beijing-3 es de 2 a 3 veces más rápido que WorldView-4, satélite de observación de nuestro planeta más avanzado desarrollado por Estados Unidos con una tecnología similar, aunque este puede tomar fotos un poco más detalladas con una resolución de 30 centímetros por píxel.
Un mercado dominado por Occidente
Por su parte, Qi Yimin, director de ventas de DFH Satellite Company, declaró que aunque el gigante asiático se ha puesto al día con la tecnología, el mercado mundial de la observación de la Tierra sigue dominado por Occidente. Señaló que las imágenes tomadas por los satélites chinos fueron utilizadas por más de 20.000 empresas del país y generaron unos 41.000 millones de dólares de ingresos anuales.
Sin embargo, solo un pequeño número de países —como Egipto, la India y los Países Bajos— habían comprado imágenes comerciales por satélite a China. “Los satélites comerciales de nuestro país empezaron tarde, la cadena industrial aún no está madura y el negocio está todavía en la fase inicial de desarrollo”, concluyó el especialista.