Las protestas masivas del domingo en Cuba —primeras de esa magnitud en un país donde disentir no es legal hace más de seis décadas— tomó por sorpresa a la región.
Pero, ¿cómo se percibe en países cuyos gobiernos están alineados políticamente con La Habana como Venezuela y Nicaragua?
Venezuela
Expertos consultados por la Voz de América dijeron, por ejemplo, que en Venezuela han sido interpretadas como un “desafío” sin precedentes que está generando “empatía” en buena parte de la población del país suramericano.
Los cubanos reclaman al gobierno desde “libertad” hasta “vacunas”. El desabastecimiento, la crisis sanitaria generada por la pandemia, los precios elevados de los alimentos y las frecuentes fallas eléctricas son algunas de las causas que llevaron a los cubanos a las calles el domingo.
Así que la situación de Cuba no ha dejado indiferente a Venezuela.
El presidente Nicolás Maduro, uno de los colaboradores políticos y energéticos más cercanos del poder ejecutivo que lidera Miguel Díaz-Canel, comparó el lunes lo vivido por el pueblo isleño con lo experimentado por el venezolano debido a la “asfixia” de sanciones estadounidenses y expresó su apoyo a su par cubano.
“Si de verdad los Estados Unidos quieren paliar (el padecer) al pueblo de Cuba, que levanten todas las sanciones. Cuba saldrá adelante”, dijo en un acto oficial.
Juan Guaidó, líder opositor a quien 50 gobiernos del mundo reconocen como presidente interino de Venezuela, expresó su respaldo al movimiento prodemocrático de Cuba.
“El deseo de libertad y la exigencia de derechos fundamentales son fuerzas incontenibles. Nos une la lucha por vernos libres y democráticos”, escribió en Twitter el joven dirigente político.
Las protestas son inéditas por tratarse de un “desafío directo a las autoridades” del gobierno cubano, y por incluir gritos de “libertad” y contra la “dictadura”, consignas comunes en países como Venezuela, pero inusuales en la isla, advierte el experto en derecho y relaciones internacionales, Emilio Figueredo.
Los reclamos sociales “surgieron como un hongo” en Cuba, asegura, y también resultaron inesperados para la comunidad internacional y el gobierno local.
“Había habido movimientos (disidentes), como las Damas de Blanco o el Grupo San Isidro (que promueve la libertad de expresión), pero no este desafío directo a las autoridades”, remarcó Figueredo en conversación con la Voz de América.
“Empatía” de vecinos y de causa
Las protestas en Cuba pueden generar “empatía” en buena parte de pueblos latinoamericanos como el venezolano, valora Luis Angarita, especialista en relaciones internacionales y docente de la Universidad Central de Venezuela.
Múltiples ciudades del país suramericano fueron epicentros de protestas multitudinarias contra la administración de Maduro en 2014, 2017 y 2019, pero las exigencias de cambios políticos no arrojaron resultados tangibles en medio de olas oficiales de arrestos y represión contra miles de manifestantes.
“La sociedad venezolana las ve (las protestas en Cuba) con cierta emoción y regocijo, una vez que se identifica con sociedades que tienden a ser restrictivas con protestas y libertades de expresión”, comenta Angarita a la VOA.
Afirma el analista que existe “preocupación” en la cúpula del gobierno venezolano dados los amplios lazos diplomáticos, políticos e ideológicos que imperan entre Caracas y La Habana desde 1999, cuando Hugo Chávez, mentor del actual mandatario Nicolás Maduro, ascendió a la presidencia de Venezuela. Esa inquietud se expresa en el lenguaje público de mandatarios aliados, con menciones al “bloqueo” y a la resistencia al “imperialismo”, explica.
La colaboración entre ambos países ha sido clave en los últimos 22 años para, por ejemplo, concretar planes de salud en barriadas venezolanas con miles de médicos cubanos o garantizar combustible en la isla caribeña. La relación se extiende a proyectos de naturaleza militar, política y de telecomunicaciones.
Mariano De Alba, asesor de la ONG International Crisis Group, experto en derecho internacional y diplomacia, coincide en que las protestas se perciben “con empatía” en “una parte importante” de la población venezolana, que también ha manifestado en la calle por la mejora de sus condiciones de vida.
“Basados en esa experiencia y teniendo en cuenta la alta represión sufrida, muchos venezolanos también están conscientes de que es difícil que las protestas por sí solas generen cambios concretos”, dice el analista.
De Alba estima que las protestas necesitan “organización, coordinación de liderazgo y objetivos prácticos” para que arrojen frutos ante un gobierno autoritario con más de 60 años en el poder.
Figueredo, por su parte, lo secunda. “Es prematuro saber si es un punto de inflexión. Estos movimientos tienen un inicio y no producen inmediatamente un resultado. El régimen cubano tiene muchos mecanismos de control a la mano”, apunta, citando el ejemplo de la caída del Muro de Berlín, un hecho considerado improbable en su momento.
Angarita, por su lado, destaca que eventos extraordinarios como la pandemia del covid-19 ponen en relieve la fragilidad de los Estados y de esa debilidad nacen protestas sociales, como en Cuba, Colombia, Perú, Ecuador o Chile.
Maduro alerta
Este lunes, mientras las protestas continuaban en Cuba, fuerzas de seguridad del gobierno de Maduro intentaron detener a Guaidó en su residencia, en Caracas, y arrestaron a uno de los dirigentes de su partido, Freddy Guevara.
Esos actos pudieran guardar relación con las manifestaciones en la isla, opinan opositores venezolanos, como el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma. “El rancho ardiendo en Cuba. Por eso, activan métodos represivos en Venezuela. Esa detención de Freddy Guevara y amago (de arresto) contra Guaidó buscan intimidar por temor a que la gente tome las calles”, escribió en Twitter.
Armando Armas, diputado electo en el Parlamento de 2015 y expresidente de su comisión de relaciones exteriores, duda que el detonante de las protestas en Cuba sea la crisis sanitaria, sino el hartazgo del modelo político. “Quieren libertad, no quieren más comunismo, entienden que son 60 años de un modelo fracasado que ha servicio solamente para enriquecer a algunos pocos y engañar a muchos, con complicidades con la comunidad internacional para perpetuarse en el poder”, comenta el político venezolano a la VOA.
Como suele hacerlo Maduro para abordar públicamente las dificultades sociales de su país, Díaz-Canel atribuyó el domingo las fallas de servicios públicas en Cuba al “bloqueo” de parte de gobiernos, como el de Estados Unidos. Para Armas, se trataría de una estrategia común de sus “aparatos de propaganda” a fin de no admitir que la corrupción y la ineficiencia son los reales culpables.
Nicaragua, Daniel Ortega y los “vendepatrias”
El presidente nicaragüense Daniel Ortega salió en defensa este lunes del gobierno de Cuba, su aliado ideológico en la región, y acusó sin prueba alguna a Estados Unidos de estar detrás de las manifestaciones en La Habana, asegurando que pretenden crear “una desestabilización” en la isla.
A través de una misiva pública, el gobierno izquierdista de Ortega que lleva más trece años consecutivos en el poder, aseguró que las protestas en Cuba “son imágenes de un formato conocido de desestabilización”, en referencia a las manifestaciones vividas en Managua en 2018 y que dejaron más de 300 muertos y más de 100.000 exiliados por la represión estatal, según denunció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh).
En tanto la vicepresidenta Rosario Murillo, vocera del Gobierno que fue sancionada en 2018 por el Departamento del Tesoro por violaciones a los derechos humanos, ocupó gran parte de su discurso oficial de este lunes para arremeter contra Estados Unidos acusándolos de “genocidas y colonialistas” y catalogó a los opositores cubanos de “vendepatrias”, la igual que ha hecho con sus críticos en Managua.
“Y los hemos denunciado y los seguimos denunciando (…) vimos este formato que como decimos conocemos ampliamente, la traición, el vendepatrismo de unos cuantos queriendo reflejar una realidad inexistente, falsa, ficticia, un fingimiento eso es lo que hay, el mismo fingimiento que quisieron imponer aquí a partir de sus planes de destrucción y de sometimiento de nuestro pueblo”, expuso Murillo.
“Aquí hay un pueblo y en esta América Latina nuestra hay pueblos decididos a seguir venciendo. Y el pueblo de Cuba decidido a seguir venciendo. Está allí dando la batalla y todos estamos dando la batalla, porque los formatos pueden variar un poco en el tiempo, pero no engañan a nadie”, continuó.
¿Qué opinan los analistas?
Pero algunos expertos como el exdiputado y economista Enrique Sáenz, consideran el discurso de la pareja presidencial como “hipócrita” y alejado de la realidad, pues señalan que uno de los principales socios comerciales de Nicaragua son los Estados Unidos, a quien constantemente ataca y cataloga de “imperialistas”.
Además menciona que Managua ha aprovechado tratados de libre comercio como el DR-Cafta para incentivar su economía; por otro lado hizo incapié en el 60% de las remesas provienen de los Estados Unidos.
“Las actitudes de Ortega es un antiimperialismo de mentira, hipócrita, porque él habla en contra del imperialismo, sin embargo, se desvive por las inversiones de Estados Unidos”, critica Sáez y pone como ejemplo que en 2020 más de la mitad de las exportaciones llegaron el mercado norteamericano.
“Es una retórica hipócrita, porque si Ortega hablara en serio, debería de rechazar créditos del BID, de Banco Mundial, donde el principal socio es Estados Unidos por ejemplo”, mencionó.
Según Sáenz, en Cuba lo que hay son movilizaciones que muestran la expresión ciudadana en contra “de un régimen que ha dicho sus pretenciones de aplastarlas”, pero advierte que tratándose de un hecho que no se veía en décadas, refleja que aún hay esperanza de un cambio.
En tanto el exembajador de Nicaragua en Venezuela, Róger Guevara Mena, comenta a la VOA que la retórica de culpar a otros países por sus crisis sociales, es una vieja estrategia utilizada “por dictadores” ante la “inoperancia política”.
“Ya la guerra fría pasó y estamos en una época diferente, de modelos democráticos, y en el continente las dictaduras dogmáticas y militares ya no son inaceptables”, comenta Mena.
Mena considera que en Cuba lo que hay es un hartazgo social ante casi 70 años “de un modelo dictatorial fracasado”.
“Es natural que un gobierno como el de Nicaragua, afín, en métodos y en comportamiento políticos y sociales apoyen a Cuba. Ambos comprenden que los pueblos se agotan, agotan su paciencia, en este caso el caso cubano tiene casi 70 años y las protestas reflejan el cansancio del pueblo”.
Según Mena, en Cuba no existe la imagen “carismática” de un Fidel Castro que pudiese contener la inconformidad social, sino existe “herederos de una dictadura” que cree llegará en algún momento a su fin.
Mientras que Sáenz recuerda que buena parte de los regímenes en Europa del este cayeron sin disparar un tiro, a partir de movilizaciones populares que expresaban el colapso de estos modelos represivos.
“En Cuba habrá que ver si estos desenlaces pueden producirse. En cuanto a la reacción de Díaz-Canel, es natural, toda dictadura y grupo aferrado al poder y dispuesto a ahogar a sangre y fuego cualquier tipo de oposición, pues busca cualquier pretexto”, concluyó Sáenz.