La abogada Luisa Camargo mira expectante los carteles que anuncian los precios en un supermercado de Caracas, la capital de Venezuela, al que acude con la esperanza de hacer grandes compras. Pero su salario, que ni siquiera llega a los 55 dólares que el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) cifra como promedio, la devuelve a la realidad: la compra será limitada.
“Pudiera hablarse de 20 dólares al mes, más nada“, dice la mujer, letrada de formación y pluriempleada por necesidad, tras hacer una suma rápida de sus ingresos mensuales como abogado -con estudios de posgrado, resalta-, locutora y peluquera ocasional.
Esta última labor de estilista, que ejerce después de haberse capacitado con varios cursos, es la que más dinero le está reportando por ahora, a fin de mes.
“Prefieren comer”
Aunque estos ingresos cada vez son menores porque, como ella misma señala, en medio de la severa crisis que atraviesa Venezuela las personas “prefieren comer” antes que arreglarse el cabello.
Según el primer Índice de Remuneraciones de los Trabajadores de Venezuela (IRTV) elaborado por el Observatorio Venezolano de Finanzas y la consultora Anova Policy Research, el promedio salarial está en 55 dólares, pero son miles de personas las que, aun siendo muy bajo, lo ven muy lejano a su realidad, como el caso de Camargo.
Sus ingresos no garantizan ni siquiera los alimentos para una familia de cuatro miembros, según los cálculos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros de Venezuela, que estima que se necesitan más de 280 dólares para adquirir la canasta alimentaria.
“Mi alimentación es precaria”, dice Camargo. “Mi gordura se la debo a los carbohidratos y cuando como proteína, es postura de gallina (huevos)”, señala esta abogada de 51 años.
Cerca del mismo supermercado, la obrera Mayerlín González dice que sus ingresos mensuales tampoco le alcanzan para comer, que le preocupa la deficiente alimentación que está dando a sus tres hijos de 8, 15 y 20 años.
“No me alcanza para nada, uno tiene que picar un poquito aquí y un poquito allá -tener varios empleos- para poder medio solventar”, apunta la mujer.
Cada día, incluidos los sábados y domingos, González deja su casa en la favela caraqueña de Petare, la mayor y más problemática de Venezuela, para trasladarse hasta el acomodado barrio de Chacao, donde limpia casas, plancha, lava ropa o cocina.
Pese a todo este trabajo, sus ingresos mensuales apenas llegan a 30 dólares, dice la mujer, quien asegura que ese dinero solo le permite comprar alimentos básicos. Aunque no los que desea poder dar sus tres hijos.
“Su alimentación es regular, lo que les podemos dar, porque no comen frutas, es una rareza que les demos carnes (…), de verdad no se están alimentando bien”, dice preocupada.
Brecha gigante
El economista jefe de Anova Policy Research, Omar Zambrano, dice que el estudio de remuneraciones se hizo por encargo Observatorio Venezolano de Finanzas -una oficina que responde al líder de la oposición y a quien varios países reconocen como presidente encargado, Juan Guaidó- en un intento por arrojar luces sobre la opacidad informativa que reina en el país.
“El Banco Central y el Instituto Nacional de Estadística publicaban algunos de estos datos de ingresos de los trabajadores, pero no lo hacen desde 2015 y 2013, respectivamente“, apuntó Zambrano en una entrevista telefónica.
La enorme brecha entre los salarios de los trabajadores del sector público y el privado es la mayor conclusión que arroja la encuesta, hecha en 313 empresas de cinco 5 sectores de la economía no financiera venezolana: agricultura y actividades conexas, construcción, manufacturera, comercio y servicios, así como el sector público.
Según el estudio, los salarios en el sector privado promedian los 70 dólares, mientras que en el público, están por debajo de los 5 dólares al mes.
“Desde el punto de vista internacional, un salario de 70 dólares es bajo, pero han estado recuperándose un poco, sobre todo en el sector privado, donde los salarios crecieron a pesar de la pandemia”, agrega Zambrano.
Estos resultados, alerta Zambrano, no son concluyentes porque no toman en cuenta a quienes se emplean en el llamado “sector informal”, que el economista estima está conformado por cerca del 50 % de los trabajadores activos de Venezuela.